lunes, 5 de octubre de 2009

CRONICAS DEL KARMA & EL ESFINTER TIMIDO

Si es cierto que existen las leyes del karma, que hay vida después de la muerte y que para reencarnar en un ser más evolucionado hay que pasar trabajo, cuando muera y nazca de nuevo voy a ser algo así como una mezcla entre Bill Gates, Brat Pitt, Lance Armstrong y Juan Luis Guerra.

Esta futura evolución en un ser más acabado, se la debo a todas las “CONTRARIEDADES” que he vivido, si me dieran un peso (RD$) por cada vez que he dicho o pensado “ESTO NO ME PUEDE ESTAR PASANDO A MI” no habría hambre en el mundo.

Parte de los sinsabores a los que me refiero son el producto de mi transcurrir por el seno de mi ex familia política, jajajjaja, desde arriba hasta abajo comenzando por mis (ex) suegros, dos personajes de película, cuyas particularidades son suficientes para escribir los libretos de varias temporadas de cualquier comedia de la tele.

En una ocasión cuando yo aun era nuevo en la ecuación, el matricidio no se había consumado y en la pantalla de mi vida no había aparecido la frase lapidaria que dice “GAME OVER… INSERT COIN”, en Barahona una ciudad distante ubicada en el litoral sur de la isla, inauguraron un hotel súper fino frente al mar.

Como era de esperarse, Don César (el abuelo de mis hijas por parte de su madre) un fanático de los viajes largos en familia, al enterarse de éste acontecimiento hizo todos los arreglos para que nos hospedarnos en el y visitáramos todas las atracciones de la zona (El Polo Magnético, San Rafael, Etc..).

Llegó el viernes y me pasaron a buscar, subí al ascensor de mi edificio y bajé los diez pisos hasta el parqueo, ahí estaban ellos en la station wagon de la familia, cargada de bultos, solo faltaba el perro sobre el cristal para completar el cuadro.

Abordé la carroza, me despedí de la guagüita Opel (mi carro de temporada) y salimos rumbo a BARAHONA, yo no tenía ni idea de lo que estaba por venir, era la primera vez que viajaba con mi suegro al volante.

Ya en la carretera con el codo de Cesar Alberto mi cuñado (R.I.P) clavado en una costilla y las conversaciones simultaneas de mi cuñadita, mi ex y mi suegra, me di cuenta de que el viaje sería laaaaaaaaaaaaargo, Don César mientras, se dedicaba a disfrutar del camino, iba como a 20 por hora, mirando el horizonte, las vaquitas, los chivos, los árboles, las montañas y yo sufriendo.

Cuando teníamos más o menos 1 hora en la carretera, léase que faltaban 4 horas más, sentí una extraña sensación, algo que recorrió mi intestino como un tsunami y chocó con las paredes internas de mi estomago, era un cólico y no lo podía evitar, por suerte sólo fue una alarma temprana.

Ya de noche llegamos al hotel, hicimos el check in, tiramos el equipaje y nos fuimos a cenar, mis ojos se llenaron con la imagen de la cantidad de comida que el establecimiento TODO INCLUIDO TENIA DISPUESTA.

Como era de rigor comí como un indigente en un banquete, no quedó ni un solo hueco de mi anatomía donde meter nada, mi diafragma estaba forzado de la hartura (Jartura), por lo que no esperé el show, me despedí y me fui a dormir.

Ya en la habitación entré al baño, le eche un vistazo al retrete y como tengo el culo tímido (solo hago pupú en mi casa) decidí obviar su uso, lo cual se prolongó durante todo el fin de semana.

Los siguientes dos días repetí mis hazañas en la mesa, llenándome más que un pavo para noche buena.

Ese fin de semana gozamos un mundo, yo comí hasta con los ojos, pero por desgracia como dice la canción “todo tiene su final”, llegó el domingo, hicimos el check out y salimos de regreso.

El mundo está lleno de todo tipo de gente, yo por ejemplo cuando me subo en un carro y tomo la carretera, para disminuir las probabilidades de un accidente trato de llegar a destino lo más rápido posible, en cambio Don César es de los que se cree que las autopistas son centros comerciales y hace cada parada.

Miraaaaaaa viejoooooo escobas, que lindos plátanos párate quiero un racimo completo, waoooooo mangos vamos a llevarnos un lata a la casa, que rica se ve esa batata asada, vamos a comernos una entre los dos, se escuchaba tronar a mi ex suegra y él con cada petición, cual si se tratara de una orden marcial se detenía.

Eso no hubiera sido mayor problema si mi timidez anal no se hubiese manifestado durante todo el fin de semana, pero como la nube negra no deja de perseguirme, desde que subí al carro sentí como el cólico del viernes atacaba con mas fuerzas.

Ya para la primera parada (cuando compraron las 12 escobas, una para cada mes) yo estaba apretando la nalga para evitar un desastre, no podía ni hablar, las gotas de sudor por el esfuerzo que estaba realizando brotaban desde mi frente y todos los pelos de mi cuerpo se encontraban parados.

Imaginen, 5, 6 o 7 horas de viaje en éste estado, ni el hombre más optimista del mundo se cree capaz de vencer las fuerzas de la naturaleza manifestadas como necesidades fisiológicas (fisio=cuerpo; lógicas=inteligencia), cuando el cuerpo dice pa’fuera e pa’fuera que va.

Yo estaba casi llorando, la lucha campal contra mi cuerpo y los excesos culinarios cometidos por mi ya tenía 3 horas, a la altura de la ciudad de Baní como a 2 horas de nuestro destino escuché a mi suegra vociferar “VIEJO MIRA… DULCE DE LECHE…" el chirrido de las gomas al frenar no se hizo esperar, al sentir la inercia producida por el vehiculo abrí mi puerta y salí corriendo en dirección al baño.

Llegué desesperado, me paré en el umbral de la puerta del retrete y al verla grité “NOOOO ESTO NO ME PUEDE ESTAR PASANDO A MI”, el lugar tenia una higiene inexistente, la puerta no cerraba y había que realizar un acto de levitación para defecar.

Me bajé los pantalones, desafié la gravedad y con una mano agarré la puerta. La operación fue todo un éxito, al terminar viré a mis espaldas y me percaté de algo espeluznante !NO HABIA PAPEL SANITARIO…!

Lloré, me despedí de mi calzoncillo y comprobé que la tela que usan en la fábrica de Hanes es apta para limpiar áreas de desastre, lo del EXXON VALDEZ fue una mano de bingo comparado con lo que pasó en allí.

Al regresar al carro, pude notar que todos me miraban, mientras mi suegro me preguntaba:

¿TE LAVASTE LAS MANOS?

Como comprenderán yo me podrí de la vergüenza al darme cuenta de que todos sabían que era lo que estaba haciendo en el baño.

Desde ese día he tratado sin éxito de educar a mi nalga, pero que va, es muy terca y se niega a funcionar en un sitio diferente a mi casa.

No se sorprendan si en el futuro me aparezco con una contrariedad similar a esta, LAS CRONICAS DEL ESFINTER TIMIDO EN CUALQUIER MOMENTO SE PUEDEN REEDITAR

¿A caso BILL, BRAT, LANCE O JUAN LUIS NO VAN al baño también? O será que en mi próxima vida voy a sufrir lo mismo otra vez…