martes, 17 de febrero de 2009

EL PRESIDIO DEL GORDITO



Por mi crianza, nunca he tenido muy buena imagen sobre los guardias y aunque se que hay de todo en la viña del señor, con los que me he tropezado siempre han resultado demasiado anacrónicos, autoritarios y muchas veces brutos.

Pareciera que en los cuarteles no compran calendarios y no se dan cuenta de que “El Jefe”, “El Chivo”, “Rafael Leonidas Trujillo Molina” o su lacayo Joaquín Satanás Balaguer, ya no son presidentes de la República, que estamos en el Siglo 21, que esto es una democracia, que ser civil no es símbolo de inferioridad y que nosotros los ciudadanos comunes, somos los que en principio dictamos el camino que nuestros gobernantes deben transitar en este ensayo de democracia en que vivimos.

Vuelvo y repito, con esto no quiero que entiendan que estoy generalizando, esta acotación por si acaso algún amigo del DNI o cualquier otro departamento de la mal llamada “Inteligencia” me lee y me quiere hacer comparecer para dar explicaciones.

Este preámbulo viene a lugar por algo que me sucedió hace ya mucho tiempo, les relato:

Cuando empecé a trabajar tenía entre 19 y 20 años, era Paralegal en una firma de abogados muy importante.

Entre mis funciones se encontraba darle seguimiento a todo tipo de trámites que se gestionaban a través de nuestro despacho.

Recuerdo que un día recibí un expediente, mi jefe quería que depositara una denuncia en el Departamento de Falsificaciones de la Policía Nacional, ya que a un laboratorio multinacional que teníamos por cliente, le habían falsificado varios cheques.

Con los documentos en mano, redacté una carta dirigida al Jefe de la Policía donde explicaba todos detalles, los infractores y las pruebas que teníamos contra ellos, la hice firmar y salí disparado rumbo al Palacio.

Llegué a la explanada frontal de la institución del orden y me estacioné, salí de mi vehículo con los documentos en las manos y comencé a subir la escalinata de acceso a ese edificio, la cual no se por que causa tiene más peldaños que la Torre de Babel, las batatas (pantorrillas) se te cansan.

Sofocado por el esfuerzo, justo cuando iba a entrar a la casa de guardia para buscar un pase hasta el departamento al que me dirigía, un sargento todo sudoroso que parecía haber corrido el Maratón de Boston completo, se me acercó por la retaguardia y con voz autoritaria cual si yo fuera su subalterno, me ordenó mientras señalaba mi vehículo que tenía que estacionarlo bien.

En principio, no entendí lo que me estaba pidiendo, pues al verificar mi carro pude ver como éste se encontraba derechito y bien estacionado, respetando los linderos que las dos (2) líneas blancas que estaban a la derecha e izquierda.

Por esta razón ante su solicitud le dije “comando yo creo que usted está equivocado, mi carro es ese gris y está bien estacionado”, a lo que con un tono más fuerte e intimidatorio me respondió Siiii ese mismo, debe parquearlo bien!

Yo lo miré y aun sin entender lo que me pedía, con un tono un poco sarcástico le respondí, “pero jefe usted no ve que está bien estacionado” y el me respondió como si yo fuera el individuo más bruto del mundo ya que no conocía las reglas sobre estacionamiento en el Palacio de la Policía, diciéndome que tenía que estacionarlo con el frente hacia fuera.

¿Que es lo que sucede en los cuarteles? ¿Será que tienen leyes de tránsito distintas? ¿O es que esperan el Don de la clarividencia en nosotros los simples morales? Esto porque si no hay un letrero, un informante, flyer o guaguita anunciadora, no podemos darnos cuenta de que por estar en un recinto Militar, hasta para estacionarnos debemos cumplir un procedimiento especial.

Ante la contundencia de su argumento y mi deseo de no seguir gastando saliva en esta discusión, accedí a mover el carro y colocarlo como me pedía este genio de la logística.

No había bien llegado y ya me estaba tropezando de frente con los más increíbles gestos de idiotez y brutalidad, en ese momento debí saber que mientras más me adentrara en las entrañas de este recinto, más intricadas e inverosímiles los cosas que sucederían dentro.

Es más al recordar lo que me pasó luego, pienso que debí gestionar los servicios de Indiana Jones o Macgyver para combatir al enemigo feroz (la ignorancia de los guardias y policías) o tal vez resucitar a Eugenio María de Hostos, para tratar lo imposible e implantarles un chip con la lógica o sentido común que los seres humanos debemos exponer.

Bueno…, finalmente llegué a la casa de guardia y me identifiqué, escribieron mi nombre en un libro (no tengo idea para que) y me hicieron pasar.

Llegué al departamento de falsificaciones y hablé con el encargado, un Coronel creo, le expliqué el caso y le pasé los documentos conjuntamente con mi carta dirigida al Jefe de la Policía.

El tipo se puso a leerlos todos, lo cual produjo en mi un cierto sentimiento de asombro y conformidad, a mi entender al fin había encontrado un homo sapiens capaz de entender lo que estaba solicitando.

Tras unos minutos de leer y repasar uno a uno los papeles, se detuvo abruptamente y me dijo “No podemos recibir su denuncia pues está dirigida al General X quien desde ayer a las 11:59 P.M. dejó de ser el jefe de la Policía, tiene que llevarse sus papeles y volver después.

Todo esto lo dijo casi gritando, como si quisiera que lo escucharan, el coronel había encontrado una oportunidad para adular al recién nombrado jefe y como decimos en buen Dominicano Lamber y ganar puntos.

Fue ahí cuando cometí el que considero el error más grande de mi vida, como no le encontraba sentido a tener que volver a la oficina, arreglar la carta para gestionar su depósito de nuevo, le respondí textualmente “Jefe pero eso es UNA INSIGNIFICANCIA…, le ponemos un poco de Liquid Paper y le cambiamos el nombre en una maquina de escribir y YA!”

El coronel reaccionó como si hubiera escuchado al Diablo, subió una vez más su voz y me dijo “ENTONCES USTED DICE QUE EL JEFE DE LA POLICIA ES UNA INSIGNIFICANCIA”

Todos los que estaban en esa habitación se voltearon y me miraron como si yo hubiera osado violar el Segundo Mandamiento que dice “No tomarás el nombre de Dios en vano” (ver Éxodo 20 en la Biblia), yo solo pensé lo mismo de siempre “ESTO NO ME PUEDE ESTAR PASANDO A MI”.

Traté de explicarle en castellano lo que había querido decirle, pues ingenuo al fin entendía que no todo estaba perdido y aun tenía un chance para enmendar, pero este insistió en su versión de lo que entendió y me dijo cual Juez de la Inquisición antes de enviar a un hereje a la hoguera “E má pa que aprenda a repetal al JEFE DE LA POLICIA, SE VA PRESO… MANZUETA TRAAAAANQUELO...”

Manzueta un sargento gordo que estaba sentado en una silla se incorporó, me tomó por la correa y me llevaron a un cuarto enrejado donde había no menos de 20 personas.

Yo estaba totalmente desconcertado, no entendía el por que de lo que me estaba sucediendo, repasé mentalmente el Código Penal y no pude identificar ninguna infracción cometida por mi.

Vuelvo y me pregunto ¿Será que dentro de los cuarteles el Código Penal no aplica? ¿Habrá leyes especiales que establecen que decir algo que se puede mal interpretar en contra del Jefe de la Policía es un crimen castigado con la cárcel?

Como la suerte no me abandona, aunque sobre ella debo decir que se toma vacaciones muy seguidito, Manzueta (mi custodio) no tenía dinerito para la comida, me lo hizo saber y le ofrecí 20 pesos a cambio de que llamara a mi oficina para que me fueran a sacar.

Transcurrieron al menos 4 horas hasta que escuché una voz familiar que decía mi nombre, era el Jefe que había recibido mi llamada de auxilio y me había ido a liberar.

Al sacarme de la jaula, lo vi junto al Coronel, quien como niña chismosa repetía su versión de la historia.

Ya liberado el jefe me hizo pedir disculpas, lo cual hice de mal agrado y me sacó de allí más rápido que inmediatamente.

Ese día aprendí muchas cosas, entre las cuales la más importante, al estar en presencia de un Policía, debemos poner en funcionamiento nuestro "Basic lenguaje mode on" (modo de leguaje Básico), usar palabras simples, preferiblemente monosílabos, a fin de evitar herir sus frágiles sentimientos, insultar sin estar insultando o peor aun violar las leyes no escritas sobre la autoridad y divinidad de los militares según sus rangos.

OJALA este país siga cambiando y con él sus instituciones, entre las cuales La Policía Nacional, sobre la cual me han contado ha mejorado mucho con el pasar de los tiempos.