sábado, 27 de junio de 2009

CRONICAS DE UNA BORRACHERA


Los que me siguen o conocen, saben que crecí en vecindario muy peculiar llamado Gazcue, al que me mudé en 1979 cuando salimos de Santiago.

Las cuatro esquinas que forman el contorno dentro del cual pasé la mayor parte de mi infancia, más que un vecindario parece un zoológico, pues en ellas encuentras todo tipo de animales domésticos y salvajes.

Por citar solo algunos y para que se hagan una idea de lo que les hablo, en el barrio tenemos a:

1) EVA la primera mujer del mundo, una señora que como Benjamin Button nació vieja, tengo 30 años viéndola igual, creo que llegó a jugar Bingo con Matusalén;

2) ACUARELA, la esposa de Barba Negra, esta doña desde que sale el sol se embadurna la cara con todos y cada uno de los tonos que componen la paleta de colores, para mi que ella tiene como trabajo fungir como conejillo de indias de una o varias marcas de maquillajes;

3) ANITA,
la versión “femenina” de Jabba the Hutt, el de las Guerras de las Galaxias, le faltan todos los peloteros (dientes incisivos), tiene una apariencia totalmente masculina debe tener al menos tres (3) décadas continuas en estado de embriaguez;

4) CUCHINO, cuyo nombre le hace honor a su fisonomía, parece un cerdo, un tipo gordo y grande como de 400 libras, idéntico al señor LANZA, su único pasatiempo es exhibir al descubierto su amplio estómago en el balcón de su casa;

5) OSCAR,
que en Paz descanse, un tipo que nació y creció en el barrio, hijo de ricos venido a desgracia, tras la venta de lo último que quedaba, la casa que heredó de sus padres, contrajo nupcias con una de las chicas del vecindario, luego se divorció, todo de ahí en adelante fue de mal en peor, gastó todo el dinero que le dieron, perdió el trabajo y se refugió en el alcohol, el cual terminó matándolo.

A éste último le tomé un cariño especial, pues desde pequeño a pesar de sus infinitos defectos, me vivía dando consejos de todo tipo, claro, no es que él los aplicara mucho a su propia vida, pero consejos al fin, a veces un poco útiles.

El mundo giro de tal manera que con el tiempo los papeles se invirtieron, asumiendo yo el papel de consejero protector.

Mis jornadas de consejería comenzaban cada vez que lo encontraba tirado en el banco del colmadito de enfrente, o cada vez que lo escuchaba quejarse de que su mujer lo había dejado, o cada vez que hacia un show de mal gusto frente a su hijo.

Oscar es culpable de más del 80% de los ataques de vergüenza ajena que he sufrido en mis casi 35 años de vida, el otro 20% pertenecen en gran medida a la familia de mi ex-esposa.

Aun recuerdo un sábado que llegué a casa antes del medio día, el tipo yacía tirado en el medio de la calle totalmente borracho, al verlo me vi forzado a frenar y recogerlo.

Tras echarle agua en la cara, adjudicarle un par de palmadas y gritar su nombre, volvió en si, reconoció mi rostro y se quejó amargamente.

Lo escuché por un rato y me lo llevé al comedor Mora, un lugar donde ni loco llevaría a una chica, pero ideal para brindarle una buena sopa de pescado a un borracho en aprietos.

Este lugar está ubicado en Villa Juana, un populoso sector de Santo Domingo, está de más decirles que es un barrio un poco peligroso, por lo que cuando paso por ahí, trato de no meterme con nadie, pues los tigres (vecinos del barrio) son capaces de lo que sea.

Tan pronto nos desmontamos del carro comenzaron mis sufrimientos, Oscar haciendo de las suyas le habló mal al tipo que me ofreció cuidar el Pegote. Entiendan, en esos alrededores tienes que aceptar por paga y tarifa que te cuiden el carro, so-pena de que te le rayen la pintura o en el peor de los casos se lo roben.

“NO CUIDES NADA NO VES QUE TIENE ALARMA…” GRITO, me puse las manos en la cabeza me dije por primera vez “ESTO NO ME PUEDE ESTAR PASANDO A MI

Rápido intervine explicando al chamaco (el cuidador de carros) el estado que llevaba mi “amigo”, lo cual fue entendido por éste a cambio de un incremento por adelantado hasta RD$50.00 de la tarifa por la custodia del Pegote (mi carro).

No habíamos bien llegado y ya el borracho me estaba costando dinero ¡DIABLOS!

Entramos al establecimiento y rápido se acercó la mesera que nos atendería, para mi desgracia ella llevaba puestos unos jeans rojos muy ceñidos al cuerpo, al parecer Oscar no era daltónico, pues aprovechó su borrachera y cual si se tratara de un pulpo tiró uno de sus tentáculos y le agarró el trasero a la camarera.

La tipa dio un salto al sentir las manos de Oscar y en un grito casi simultaneo llamó al encargado de seguridad, un moreno como de 6 pies y 300 libras a quien en el barrio de cariño le llaman Amansa Guapos.

El tipo vino a nuestra mesa y con cara de Bulldog, me reclamó por el comportamiento de Oscar, yo me repetía una y otra vez “ESTO NO ME PUEDE ESTAR PASANDO A MI” mientras temía por mi seguridad física.

Por suerte el asunto no pasó a mayores, al parecer esa situación se repetía comúnmente, el primate se marchó y nos tomaron la orden, la mesera se marcho y Oscar aprovechó para ir al baño.

El ambiente no bien había vuelto a la normalidad, cuando de repente escucho el estruendo que producen los vidrios al caer sobre el suelo, las alarmas de mi cuerpo se detonaron, me invadió el temor pues era posible que Oscar estuviera haciendo otra de las suyas.

Levanté el cuello y vi como AMANSA GUAPOS raudo y veloz abandonó su lugar y se dirigió al baño de hombres, NOOOOOOOOOOOO ESTO NO ME PUEDE ESTAR PASANDO A MI…

En el camino se cruzaron, Oscar ocupó su lugar en la mesa, observé su puño y mis temores se hicieron realidad, estaba sangrando, algo había pasado con un vidrio.

Me dijo en voz alta mientras AMANSA GUAPOS se acercaba por su retaguardia “NO ME GUSTO LO QUE VI EN EL ESPEJO”

AMANSA GUAPOS se paró junto a mi, todo el que estaba en el comedor nos miraba mientras éste leía un panegírico, tuve que intervenir para que se detuviera y prometí que pagaría por la reparación.

Para mi desgracia en la esquina del lugar hay una vidriera, por lo que dicha reparación fue incluida en la cuenta, la cual pagué y nos fuimos sin comer.

No podía creer lo que me estaba sucediendo, muy molesto enrumbé para llevarlo a su casa en el Sector de Villa Duarte, justo en la otra margen del río Ozama, a 40 minutos de mi casa.

A regañadientes lo dejé en la puerta de su casa y para luego dirigirme a la misma, como tenía hambre pues el borracho me había arruinado el almuerzo de camino me detuve a comprar algo para picar, grande fue mi sorpresa al encontrarme a Oscar muy sentado en el colmado (tienda de abarrotes al por menor) , el tipo se las había ingeniado para llegar antes que yo.

Por cosas como estas se que Dios me tiene un lugar reservado a su lado, pues los pequeños infiernos que he vivido en este mundo terrenal, dan para completar uno gigante como el de la Divina Comedia.

Oscar fue un Gran tipo, los locos como el, fueron enviados para ponerle color a la vida, me imagino que cuando llegue al cielo y me lo encuentre, me hará mil y unas más.