sábado, 1 de noviembre de 2008

I AM PREGNANT PART I

Hoy amanecí con el instinto paternal disparado. Anoche antes de acostarme barajé en mi mente el tema que les traería en la entrega de esta semana, al hacerlo recordé dos (2) post que mi amigo cibernauta y blogero Harold Olivares hiciera en su espacio http://lamuela2.blogspot.com/, sobre su experiencia con el nacimiento de su hijo y me dije que era un buen tema para tratar y compartir a través de este medio.

Es de público conocimiento que me casé súper joven, contaba con (22) años, ella solo 20.

Nos mudamos en una casa que mis suegros nos prestaron en el Ensanche Ozama de la Zona Oriental de la ciudad de Santo Domingo, la misma no contaba con servicio de televisión por cable y aunque había una planta eléctrica, no la usábamos mucho por razones de presupuesto.

Al remontarme en el tiempo puedo decir, por lo menos desde la óptica que me brinda la experiencia vivida (no se si ella piense igual que yo), que fueron buenos tiempos, pues aunque no teníamos dinero, éramos dos muchachos inmaduros, nuestras circunstancias de vida era menos favorables que las que teníamos en nuestros hogares maternos, nos podíamos sentir libres, grandes y en control de nuestros destinos.

El sexo cada noche era el orden del día ¿Que esperaban??? No se puede reunir bajo un mismo techo a dos muchachos en sus 20’s, interrumpir el servicio eléctrico, no darles tele-cable y vaciar sus carteras, sin que estas tres circunstancias se traduzcan en un brinca, brinca, cariño, cariño constante, jajajaja.

Fruto de las jornadas que trajeron los apagones y el aburrimiento televisivo, fue concebida Andrea Michelle, la primera de mis dos adoradas hijas.

NOTA: En la foto a la izquierda Cristina (la Menor) y a la Derecha Andrea (la mayor) están colocadas ambas para evitar celos, ya que Cristy a pesar de su corta edad es un poco tecnológica y visita de vez en cuando este blog.

Lo recuerdo como hoy, acababa de llegar del trabajo, estaba un poco de mal humor debido al tapón que se formaba en horas pico en el Puente Juan Pablo Duarte, estacioné fuera de la casa la guagüita Opel (el carrito que compre cuando salí del Mazda 929 ver post MI PRIMER CARRO Y LA MALDICION DE LA BICI) pues no estaba de animo para arrastrar la puerta de la marquesina y ejecutar todo lo que conllevaba meter el carro, además era posible que quisiera salir de nuevo dependiendo del animo de mi ex.

Entré a la casa y me la encontré sentada en la sala, la miré y sonreí al ver la belleza peculiar que tenía en ese instante, la saludé como siempre, tiré un poco de papeles que traía en las manos sobre el sillón de la sala y le pregunté como lo haría Pedro Picapiedra sobre lo que habría para cenar.

Sin mediar palabras me entregó un sobre blanco que traía en las manos, puse mi cara de escéptico y le pregunté si era lo que pensaba, ella solo me pidió que lo abriera, al hacerlo vi el timbre del laboratorio Amadita P. de González y en su texto unas palabras en mayúscula que decían POSITIVO…

Abrí los ojos como dos medios pesos, una gota de sudor me bajó por la frente, las palabras se me atascaron en la garganta y en mi mente solo retumbaba la idea de este gusarapo (yo) que nunca había tenido ni un pez dorado en una pecera, disque metido a papá.

Por suerte tenía 9 meses por delante para aprender tranquilamente en la paz de mi hogar, por lo menos eso creía yo, no contaba con que durante este tiempo ella sufriría los embates malignos de las hormonas, se pondría necia, me revocarían los permisos para salir y mi suegra quien solo puede ser definida como la protagonista de una película de Alfred Hitchcock viviría prácticamente con nosotros.

Al recordar a mi ex durante esta temporada la visualizo como el muñeco de las etiquetas de Súper Globo (UNA EXPLOSION DE SABOR QUE CRECE), es una pena que todas las fotos se hayan quedado como botín de guerra en su apartamento cuando se produjo nuestra dulce separación, porque sino ustedes mis fieles lectores estuvieran presenciando un ejemplo gráfico relativo a lo que me refiero.

Las jornadas de brinca, brinca, cariño, cariño se fueron reduciendo paulatinamente con el pasar de los meses, perdiendo el único escape divertido que tenía en ese hogar invadido por mi suegra.

Los antojos parecían interminables, jugos de la Barra Payan, Tomates verdes con sal y vinagre a las 2:00 A.M., maíz sancochado del Parque Colón, Pasteles en Hoja de San Cristóbal, sigan la lista y termínenla.

Estaba recluido en casa, mi esposa la carcelera y mi suegra la alcaide de la cárcel. Es más puedo decir que los viernes llegaba a casa luego del trabajo con la esperanza de que las agujas del reloj avanzaran de manera acelerada y el lunes se presentara.

Así transcurrieron los días, nada de sexo, muchas interrupciones en el servicio eléctrico, miles de antojos, mi suegra en el medio y yo aburrido.

Finalmente llegó la semana 36, era viernes, llegué a la casa y encontré a mi mujer sentada junto a las miles de maletas y bultos. Estaba acompañada de su madre y varias Tías que recién habían llegado desde el interior, con quienes debíamos partir rumbo al hospital al día siguiente….

...CONTINUARA...