jueves, 26 de marzo de 2009

ACCIDENTE DE TRANSITO (LAS INTRINCADAS AVENTURAS EN EL POLLO)

Aun recuerdo con dolor la fatídica época de mi vida en la que contaba con 15 años, el acné se había instalado en mi cara como si esta se tratara de un barrio marginado, era un poco rebelde, vestía de negro todo el tiempo y mis grupos musicales favoritos eran Metallica, Medadeth e Iron Maiden.

Mi papá vivía asustado conmigo y mis excentricidades, cráneos humanos, puyas y muertos eran las imágenes favoritas desplegadas en los T-shirts que utilizaba constantemente.

Mi interés en el sexo opuesto aun no había despertado y no era ni mínimamente popular en la escuela.

Esta temporada de mi vida fue la que determinó el hecho de que nunca aprendiera a bailar, sobre lo cual por vez primera y públicamente reconozco me arrepiento JAJAJA.

Como se imaginarán el loco metálico que hoy les escribe era un peatón integral y funcional, me desplazaba por la ciudad a bordo de una bici que me llevaba a todas partes.

Imaginen el cuadro, antisocial, aburrido, peatón, ciclista, arrítmico, pobre y espinilloso, realmente no culpo a mis compañeros y compañeras por no haberme incluido en el mundillo de los “populares”.

Esto cambió un poco cuando pasé a Segundo de Bachillerato, ese año conocí a Alan, otro loco desconectado igual que yo, quien por ser rubito, blanquito, tener ojos azules y ser el "nuevo", se introdujo directamente, en vivo y sin escalas en la lista de los “populares”.

Su llegada fue como una bendición caída del cielo, de repente a “el” lo invitaban a todas las fiestas/juntaderas y como nos habíamos hecho uña y mugre, como una Rémora bajo un Tiburón, en mi paracaídas instantáneo llegaba yo junto con el.

El carajo era lo máximo, estaba de moda, el nuevo, ya saben…, para colmo vivía cerca de casa, todo era perfecto, por suerte y en ello me incluyo, siempre le facilitaban el carro de la casa, lo cual determinó el final de mis viajes nocturnos en Bicicleta y abría una nueva etapa en la que los bonches distantes, las dobles citas, los tragos en las fiestas de los viernes en el Country Club y los viajes a pararnos en la Puerta de Neón (porque de la Paz el portero no nos dejaba pasar al interior) se hicieron la regla.

Era un Subarú 1,300 modelo 1981 color amarillo, el radio era A.M. sin toca casete, no tenía aire acondicionado, tenía una puerta gris y el baúl chocado, su apodo era EL POLLITO.

En el aprendí a manejar, me llevaron a buscar por su casa a mi primera novia, fui a mi primer viaje a la playa sin mis padres y hasta me di mis primeros besos reales con una chica en su interior.

En definitiva creo que la Comisión Nacional de Efemérides Patrias, debería hacer un busto de ese carro y plantarlo en el medio de la 27 de Febrero con Abraham Lincoln, jajaja.

Un día en la casa Alan compraron dos (2) carros nuevos, un BMW y Dodge al mismo tiempo, por lo que la propiedad del Pollito fue cedida de manera permanente a mi amigo.

Este hecho trajo como consecuencia que el presupuesto de mantenimiento de ese carro, el cual nunca fue muy elevado, desapareciera por completo, recuerdo que al cabo de un tiempo el carro andaba con 4 gomas de diferentes tamaños y marcas, lo que hacía que la parte trasera derecha estuviera más levantada que los otros tres lados.

Un día mientras transitábamos por la Ave. Tiradentes en dirección Sur-Norte, cuando íbamos frente a un Restaurant que se llamaba Capitan Crusty que se encotraba en la esquina de la Calle Fantino Falco (donde estaba TGI Fridays, donde ahora construyen un centro comercial), un carro salió del estacionamiento y casi nos choca.

Inmaduro al fin le grité “REBASALO Y HAZLE UN CORTE DE PASTELITO (maniobra conformada por adelantar a un carro y cortarle el paso a escasa distancia)”, el pana metió la segunda, aceleró a fondo y alcanzó al idiota que casi nos choca, de repente la calle se nos acabó, en el carril que estábamos ocupando había estacionado nada más y nada menos que un carrito de hacer Chimichurris, lo que forzó a Fitipaldi (Alan) a meter el guía completo para evitar chocar de frente, lo cual dado que el centro de gravedad del carro era inexistente debido a la diferencia entre los neumáticos, giramos sobre el eje del mismo y cruzamos de extremo a extremo la calle hasta que quedamos incrustados entre la pared de Plaza Naco y un Teléfono Público que había ahí.

Yo tumbé el espejo retrovisor con mi cabeza, me di un golpe en la muñeca nada grave, Alan se dio un golpe en el pecho con el guía, Yasser que estaba atrás casi se mata con el cristal y Benny el otro ocupante se dio un golpe en la cabeza con la de Yasser.

Gracias a Dios no nos pasó nada más allá que el susto!

Salimos del carro y vimos como el Pollo había dejado de ser un ave que nos transportaba, para convertirse en un guineo, pues estaba curveado igual que la fruta.

El loco me miró mal, Yasser casi llorando, Benny se puso a rezar y yo más asustado que una prostituta virgen en su primer día de trabajo.

Verificamos que todo estaba bien, nos sentamos a ver el accidente y las marcas del frenazo, pasaron 20 minutos y nadie llegó, ni un policía, ni una grúa municipal, ni una ambulancia, NADA! QUE RARO EN REPUBLICA DOMINICANA ¿NO CREEN? Jajajaja

Le dimos a Alan una moneda de 25 centavos y del mismo teléfono público con el que habíamos chocado, el cual en ese momento estaba más inclinado que la Torre de Pisa, llamó a su mamá quien finalmente nos envió una grúa.

En lo que esperábamos, Marco a quien íbamos a recoger cuando chocamos, hizo aparición, para luego una vez remolcado el vehiculo, perseguirnos hasta el taller donde dejamos tirado al pobre Guineo digo Pollito.

Luego fuimos a casa de Alan a reportar las incidencias y rendirle cuentas a la Mamá. Entramos y Doña Sonia, bajó las escaleras, en ese instante noté como Alan que es blanco como la leche se poso casi transparente.

Confieso que de ella estaba esperando una reacción de alivio al ver que su hijo estaba bien, es más hasta pensé que vendría con un Ben-gay para untar y unas vendas, un chocolate caliente y unos churros, pero noooo, Dona Sonia que nunca ha sido de una boca muy dócil le metió un galletón (una bofetada) al loco en plena cara.

La doña acompañaba su golpiza con las palabras “Hijo de la gran Puta” (no se por que a las madres dominicanas les gusta decir esa mala palabra a sus propios hijos ¿Acaso no se dan cuenta de que se están insultando ellas mismas?), “Chocaste el carro, estabas borracho” (casualmente acabamos de salir y ni una gota de alcohol había sido ingerida en ese momento ¡POR DIOS NO ERAN NI LAS 10:00 P.M.!).

Yo abrí los ojos como dos medios pesos y me entró una urgencia de salir huyendo inmediatamente de ahí.

Luego del sermón de rigor nos fuimos a comer unos hot dogs y para deleite de mi madre regresé a casa antes de las 12:00.

Debo confesar algo, el golpe que me di en la muñeca no era nada, pero de todas formas el lunes llegué al colegio con una venda en ella y un olor a Bengay, solo para hacer bulto (llamar la atencion) y tener algo que comentar jajajaja.

El pollo sufrió varios accidentes más, todos dignos de una crónica, a la verdad que había salido bueno el carro ese, pues como el Ave. Phoenix renacía de sus cenizas y salía de nuevo a la carretera.

Lo vi mucho después ya estando en la universidad, cuando un carajo que estudiaba Ing. De Sistemas (Un NERD) llegó orgullosamente montado en él, después de 12 años de servicio decidieron venderlo y el fue el adquiriente final.

El pobre creía que tenía un carro, cuando en realidad lo que tenia era una obra de alfarería ambulante por todo el ferré que le habían puesto.

A veces me pregunto cual habrá sido la suerte final del Pollo, si me lo encontrara de nuevo, seguro lo compro para ponerlo en un museo…