miércoles, 10 de septiembre de 2008

THE EVICTION NOTICE AGAINST EL AGUA DE FLORIDA

Mi primer trabajo lo obtuve cuando tenía 19, fue en una prestigiosa firma de abogados del país en el puesto de paralegal o mensajero con corbata e instrucción jajaja.

Aun recuerdo el primer caso en que me pusieron a ayudar, se trataba sobre la obtención del Auxilio de Fuerza Pública por parte del Abogado del Estado, para proceder al Desalojo Forzoso de un rico venido a desgracia que había perdido su enorme mansión por no haber pagado su hipoteca.

A mi me pareció grandioso, pues como consecuencia de este expediente, inicié una jornada de diligencias diarias al Tribunal de Tierras para lograr el objeto encomendado, al fin me estaba ensuciando las manos con lo que me estaban enseñando en la universidad.

En esa época la justicia en nuestro país no era ni la sombra de lo que hoy es, todo funcionaba lento o simplemente no lo hacía, la Diosa Temis (Diosa Griega de la Virtud y la Justicia) no era para nada ciega, tenía grandes bolsillos y cualquiera podía llenarlos a fin de retrasar o evitar la aplicación de la Ley.

Recuerdo que duré como dos años bregando para lograr mi objetivo, el expediente se había perdido tantas veces, que cada vez que me dirigía a las oficinas del Abogado del Estado, llevaba una copia nueva para que no tuvieran ni que buscarlo.

Un día por casualidad al llegar al edificio me tropecé con Miguelina, la Secretaria del Abogado del Estado, era pequeña, regordeta y con grandes caderas, en ese momento se estaba desayunando sendas porciones de plátanos verdes, espaguetis con salsa y unos trozos de salamis fritos (receta ideal de oficina pública), todo esto al pie de las escaleras que conducían al despacho.

Al verla allí la saludé. Ella producto de los tantos viajes Chinos que había dado hasta cariño me tenía, cuando me vio le puso una tapa a la cantina de metal en la que llevaba sus alimentos y me hizo un ademán para que me acercara, pensé que me iba a pedir para el jugo pues parecía estar añugada JAJAJA.

Contrario a esto no me pidió nada, solo me dijo que subiera rápido y que la esperara en el antedespacho, pues me tenía una sorpresa.

Con toda la curiosidad del mundo así lo hice, sentándome en un butacón de madera centenaria bastante incomodo.

Ella entró, mientras que en un gesto de complicidad casi infantil con el índice de su mano derecha sobre la boca me pidió que me quedara callado, desapareciendo tras una puerta que conducía al despacho del gran jefe.

Minutos después salió con el expediente original en las manos (no una de las múltiples copias depositadas por mi), pude notar que fuera de este había un documento en papel vegetal, con un escudo de la nación en su cabecera debajo del cual decía PODER JUDICIAL.

Los ojos se me desorbitaron, pues parecía que lo imposible había sucedido… Abandoné mi butaca para comprobarlo y pude confirmar que se trataba del tan esperado Auxilio de la Fuerza Pública para proceder al desalojo.

Le estamparon todos los sellos y firmas, lo inscribieron en los libros y me entregaron el documento, tras lo cual salí corriendo despavorido, abordé mi carro y aceleré lo más que pude hasta llegar a donde mi jefe.

Entré a la oficina ondeando la orden de desalojo cual bandera de regimiento en plena batalla, abrí sin tocar la puerta del despacho del jefe y la puse sobre su escritorio, él le echó un vistazo y me felicitó.

Me pidió que para el día siguiente hiciera un presupuesto y que coordinara todo!

Me dí manos a la obra, contraté los camiones, coordiné la asistencia de la dotación policial, busqué el alguacil, contraté los servicios del Juez de Paz y regencié 20 jornaleros para que ayudaran a cargar cosas.

A las 8 A.M. del día indicado arrancamos con el operativo, llegamos a la casa y tocamos la puerta, salió una doña blanca de facciones finas, a la que le faltaban un par de “peloteros” (dientes incisivos), aun tenía legañas en los ojos y su pijama puesta.

Ella no entendió nada de lo que le dijeron, solo se limitó a trancar la casa con todos los pestillos, mientras gritando pedía que esperáramos a que llegara el señor.

Para mi esto no era ningún contratiempo porque aun debíamos poner el furgón de espalda en la marquesina, hacer un inventario de las cosas que estaban en el jardín y subirlas en el contenedor.

Mientras lo hacían sentí un olor a Agua Florida que salía de la casa, me pareció extraño pero no reparé mucho en el.

Llegó el Don con sus abogados, un Coronel de la Policía, tres sargentos y un cabo…, entraron con armas en manos como si el mundo les perteneciera.

Yo me quedé tranquilito, porque bajo mi manga tenía una Sentencia definitiva con la autoridad de la cosa irrevocablemente juzgada, un certificado de título que decía que el banco (mi cliente) era el dueño de la casa y una autorización para proceder al desalojo que me había costado sudor y sangre.

Inmediatamente preguntaron ¿Quién está a cargo?

El Ayudante del Fiscal me señaló a mi.

Desde mi ubicación pude notar la sonrisa de guasón que brotaba debajo de los bigotes blancos de este rico en desgracia al darse cuenta de las espinillas y cara de niño ingenuo que portaba en esos días, tal vez pensó que me iba a dejar intimidar… jajaja

Se me acercó con su séquito de policías y lambones, mientras que en voz alta me gritaba preguntando que si sabía quien era el!!!

Me incorporé y me alejé, los policías que me acompañaban al ver la acción se me acercaron, sabían que si me pasaba algo o si el desalojo se detenía no cobrarían.

Simplemente le expliqué que a pesar de la presencia y la investidura del Coronel, sus abogados y los agentes de la policía que había llevado, solo una decisión judicial podía detener lo que ya se había iniciado.

Ustedes comprenderán como se puso ese señor al escuchar mi voz, yo quien frente a sus ojos era solo un culo cagado estaba dirigiendo el show y nada podía hacer…

Desesperado se fue a una esquina de la terraza, en su impotencia creo que gasto las huellas digitales de los dedos que utiliza para marcar tratando de conseguir alguna autoridad que pudiera detener el desenlace de lo que estaba sucediendo allí.

Cerca del medio día terminaron de subir las cosas que estaban en la parte exterior de la casa, por lo que el Alguacil se dirigió a la puerta principal y al comprobar que estaba cerrada con llave pidió al Juez de Paz que procediera a su apertura, lo cual sucedió tras 3 o 4 buenos mandarriazos.

Al abrirse la puerta el olor a Agua de Florida se esparció aun más, en ese instante todo olía igual que el interior de la Basílica de Higuey el día de la Altagracia, yo seguía sin entender de donde provenía ni el por qué del aroma.

Como era medio día los hijos menores del señor llegaron del Colegio, conjuntamente con los 2 mayores, los cuales eran más o menos de mi edad.

Todo se puso tenso, los 2 muchachos se aceleraron al punto de que me iban a volar, por lo que debieron ser puestos bajo obediencia por los miembros del cuerpo del orden que me acompañaban, mientras los muebles comenzaron a salir desde el interior del inmueble.

De repente, una niña como de 8 años de edad, salió de una habitación, era la hija menor del Don, ella llevaba en su boca un tabaco y un pañuelo rojo en la cabeza, fumaba copiosamente mientras en una danza extraña gritaba cosas ininteligibles.

Al ver esto me quedé perplejo y pensé ingenuamente “Diablo que familia más rara, es una niña y ya fuma”

Le hice ese comentario al policía que estaba al lado mío y este con una cara de susto me dijo

¿Dotol y uste no sabe que hace rato le tan echando brujería?

Confieso que a pesar de que no soy muy supersticioso, me asusté un poquito, pero nada!, yo estaba allí haciendo justicia y nada ni nadie lo iba a detener.

Como tres minutos más tardes salió la doña que nos había recibido en la mañana, quien replicando la misma danza que la niña había ejecutado mientra fumaba del tabaco, se montó en el medio de la sala y un espíritu la poseyó, momento el cual aprovechó para sacar de un macuto un pollo vivo y con un cuchillo de cocina cortarle el cuello y regar la sangre por todas partes.

Abrí los ojos como dos medios pesos y dije “ESTO NO ME PUEDE ESTAR PASANDO A MI”, al tiempo que sentía como uno a uno los policías que estaban conmigo se retiraban al exterior de la casa, cosa que imité no por miedo sino por precaución JAJAJA.

El desalojo terminó como a las 5 de la tarde, sacaron los camiones y a la familia, se cerró el acta y la guarda de la vivienda quedó bajo nuestra custodia.

En ese momento me dispuse a explorar la casa, pequeña no fue mi sorpresa al encontrar una habitación completa en la cual había un ALTAR lleno de santos y demonios, con velas por todas partes, postales con vírgenes, incienso, agua de florida y un espacio dedicado al sacrificio de animales.

Aparentemente ese día las fuerzas del más allá habían sostenido una batalla contra el engranaje judicial y habían perdido, no duden ustedes que todas estas vainas y contrariedades que casi todas las semanas les traigo sean la consecuencia del algún fukú o mal de ojo recibido por mi en esa jornada, jajajaja.